Breve comentario sobre una serie de litografías de Pablo Picasso que se encuentra en el libro de memorias del director de cine alemán Werner Herzog. El libro se titula «Cada uno por su lado y Dios contra todos».
«Y más allá, en las profundidades de la cueva de Chauvet, hay un trozo de roca colgante con la forma aproximada de una piña gigante. Allí se encuentra la única representación humana de la cueva: la parte inferior de una mujer desnuda entre las pezuñas de un bisonte. Treinta mil años más tarde, Picasso realizó una serie de litografías, Minotaure et Femme, que parecían inspiradas en la cueva de Chauvet. Pero Picasso —del que personalmente no sé mucho— había muerto mucho antes de que se descubriera la cueva. Me pregunto de todos modos si existe una memoria enterrada en las familias. O, dicho de otro modo: ¿Hay imágenes que yacen latentes en nuestro interior y que solo algún impulso puede despertar? Yo creo que sí, y de alguna manera he perseguido esas imágenes en toda mi obra, ya sean los diez mil molinos de viento de la isla de Creta, que son la imagen central de mi primer largometraje Signos de vida, o el barco de vapor arrastrado por una montaña, la metáfora principal de Fitzcarraldo. Sé que es una gran metáfora, pero no sé decir de qué.»